Argentina.- Desde hace varios años, la periodista Eugenia Iermoli se fue abriendo camino a lo largo del difícil trayecto que supone el periodismo en Rosario. Muchos proyectos, oficio y trabajo la llevaron a ser una reconocida voz en materia periodística en la ciudad. En plena pandemia logró recibirse de radioaficionada para que la licencia de su padre «LU1FA» no se pierda.
«Esta fue una promesa que me hice y me siento feliz y orgullosa de cumplirla. Creo que me siento completa porque cuando mi papá falleció hace dos años yo tomé la decisión de que la licencia de radioaficionado de él no se pierda» dice Eugenia Iermoli disfrutando cada palabra y proyectándola hacia el cielo y hacia su historia de vida, que hoy la tiene como profesional de los medios de comunicación, pero que fue atravesada por esta tecnología más antigua.
Desde que Eugenia Iermoli era pequeña, la imagen que tiene de su padre es la de estar todo el tiempo con los aparatos viejos tratando de mandar mensajes y escuchar transmisiones de radioaficionado de todo el mundo. «Para mi la imagen típica de mi niñez es tener una antena en la terraza. De hecho era la forma que desde siempre tenía de ubicar a otro adonde vivo: la casa de la antena».
Los radioaficionados fueron una gran herramienta de comunicación en tiempos de ausencia de internet y siguen siendo un hobby que se comparte y que conecta a miles de personas a lo largo y ancho del mundo. La periodista rosarina se suma ahora a esta historia de la que dice «solamente los aficionados entienden un poco de que se trata ese placer de contactarse de esta manera con otras personas y otros países».
Compartiendo una de esas historias de vida que suelen marcarnos desde chicos, Eugenia Iermoli recuerda lo que fue nacer y crecer entre aparatos, antenas, cables y «bichos raros» hasta festejar su primer año «en ese campo de antenas».
Fuente y foto: www.versionrosario.com